El nublado Acultzingo |
Despues de pasar muchos años fuera del pais, finalmente regrese, llegue muy tarde a la ciudad de Mexico, asi que tuve que quedarme en un hotel cercano al aeropuerto, habia planeado ir a Veracruz, mi ciudad, mi pueblo, visitar a mis abuelos, disfrutar de la comida, de la ciudad.
A la mañana siguiente compre un boleto de tarde en el ADO GL, era la epoca de los Mercedes Benz 0-371, largos, sali de la ciudad justo a tiempo para pasar por el momento en que en Rio Frio, desaparecen las sombras de los arboles, los bosques perennes de la subida a la sierra; habia pasado mil veces por esta vieja autopista; pero hoy me sentia diferente, los paisajes y los lugares conocidos, habian cambiado muy poco, como el retorno antes de subir, otros radicalmente, como la entrada de Puebla, la ciudad crecio exponencialmente en esos años.
El ADO se fue por la carretera de Perote, pase entre las ollas de San Salvador el Seco, los Axalapascos y la Laguna, el camino era muy diferente, o mas bien deberia de decir que yo habia cambiado, recordando a Heraclito, el rio seguia siendo el mismo, yo era el diferente, la ultima vez que pase por ahi era un joven inocente, casi un niño; ahora era un adulto, con una vida hecha, que veia las mismas cosas, pero las observaba de forma diferente.
Despues de pasar Xalapa, senti una profunda ansiedad, ya deseaba llegar al puerto, cada minuto parecia arrastrarse lentamente, la noche habia caido, el cielo estrellado era profundamente negro, a los lados de la carretera la vegetacion tropical solo se iluminaba en blanco por el segundo que la cruzaban las luces del autobus.
Un estremecimiento recorrio mi cuerpo cuando vi las luces lejanas de la ciudad, iluminando el cielo de ese amarillo sodico que tenian las luces de los noventas, al fin estaba a la vista mi ciudad, la alegria era indescriptible, regresar a mi hogar, a mi tierra, a todo lo que amaba, el parque Zamora, el muelle T, la Av. Diaz Miron, el viejo Mercado de Mariscos, los refrescos Zaraza Vargas, los Cockteles con salsa bruja, diez años habian pasado sin que pisara su suelo, su sagrado suelo, al llegar a la terminal del ADO en Veracruz y bajar del autobus senti el golpe de la humedad caliente, senti algo que habia olvidado, el amor por mi tierra, y que yo soy parte de ella.
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